En 1869, el Reino de Túnez quedó bajo el control de una comisión financiera internacional presidida por Francia. En 1878, una conferencia diplomática celebrada en Berlín puso a Túnez en la órbita de Francia. En 1881, una ofensiva del ejército francés desde Argelia aceleró la colocación del país bajo protección francesa a partir del 12 de mayo. A partir de entonces, Túnez se convirtió en un territorio que el nuevo ocupante se propuso descubrir enviando soldados. acerca de por la tierra, pero también por la mayor presencia de la Iglesia, que se amplió con la instalación de colonos.
El Norte de África no es exactamente una provincia ni un satélite de París. Sin embargo, Francia se instaló a finales del siglo XIX, muy viva, llena de avances científicos, repleta de nuevas ideas y un vector de utopías. La colonización parece entonces un hecho natural y no encuentra ninguna crítica real.
Roudaire, David-Néel, Eberhardt y Jossot
Para algunos, la expansión nos permite importar un punto de vista civilizacional y competir con otros imperios que, irónicamente, colapsaron uno tras otro desde principios del siglo XX. Otros, sensibles a la tendencia orientalista –este “Oriente creado por Occidente”, según Edward Said– imaginan que estos nuevos espacios no están sólo por descubrir, sino concretamente un Eldorado, una especie de tierra prometida para los desencantados, los marginados. o los renegados del Viejo Continente.
África del Norte se convierte la puerta de las posibilidades: viajeros, escritores, pintores con sus caballetes y luego fotógrafos la cruzan. Todos completarán un viaje único. En Túnez, Chateaubriand y Alexandre Dumas son sólo precursores. Allanaron el camino a figuras ilustrativas como Julio Verne o a numerosos pintores y miles de anónimos.
África joven pintó retratos de cuatro de ellos: François Élie Roudaire, Alexandra David-Néel, Isabelle Eberhardt y Henri Gustave Jossot. Cuatro aventureros, intrigados por estos nuevos territorios, sus habitantes, sus costumbres, su religión, vinieron a probar una especie en el sur del Mediterráneo. Con diferentes fortunas y encontrando muchos problemas. También con ingenio y a veces sin entender lo que suponía poner bajo vigilancia estas tierras africanas. Pero con empatía y sinceridad.