**Título: Guillaume Diop: El ascenso de una estrella del baile en la Ópera Nacional de París**
La danza es un arte que trasciende las barreras culturales y étnicas, y Guillaume Diop es la encarnación de este espíritu. Tras una inspiradora actuación de Gisele en Seúl, el director de danza de la Ópera Nacional de París, José Martínez, anunció con entusiasmo el nombramiento de Guillaume Diop como “bailarín estrella”. A sus 23 años, este joven artista se mostró embargado por la emoción, rodeado de aplausos y felicitaciones. Sin embargo, el camino de Guillaume Diop hacia este reconocimiento no fue sólo una historia de éxito en la danza, sino también un testimonio de superación y determinación.
Guillaume Diop saltó a la fama en marzo de 2020 cuando firmó conjuntamente un manifiesto que abordaba la cuestión racial en la Ópera de París. Tres años después de este manifiesto, logró un hito histórico al convertirse en el primer bailarín negro en recibir el prestigioso título de “estrella”. Aunque la Ópera Nacional de París ya contaba con bailarines negros y mestizos en su elenco, esta nueva designación representa una consagración especial. Títulos como “Quadrilha”, “Corifeu”, “Sujeto” y “Bailarín principal” suelen obtenerse mediante rigurosas competiciones, pero el estatus de “estrella” es una nominación ejecutiva reservada a los mejores de los mejores.
Para Guillaume Diop, la noticia fue abrumadora. “La sensación era indescriptible. Me conmovió profundamente”, reveló. “Ser bailarín principal es un sueño para todos nosotros. Hemos trabajado incansablemente desde pequeños, sin saber si algún día se hará realidad. Esta decisión no está en nuestras manos; es la dirección la que decide”. La noticia de su nombramiento resonó en las redes sociales, con muchos comentarios destacando el color de su piel.
El nombramiento de Guillaume Diop como primera bailarina negra de la Ópera Nacional de París es un logro significativo, pero también plantea interrogantes sobre la diversidad en el mundo de la danza clásica. Guillaume reconoce la importancia de su papel de modelo. “No esperaba que tuviera tal impacto. Soy el primer bailarín negro, es un hecho, pero no estoy seguro de cómo debo posicionarme en relación a eso”, explicó. “Me alegro de que esto esté sucediendo; es importante. Pienso en mi yo más joven. Habría sido reconfortante conocer a una bailarina mestiza en la ópera. Creo que subestimamos la importancia de los modelos a seguir”.
La trayectoria de Guillaume Diop en la danza comenzó improbablemente en una familia que no estaba inmersa en el arte ni en el ballet. Su única referencia era su hermana mayor, quien, de pequeña, se matriculaba una vez por semana en un curso de danza contemporánea. Fue allí donde Guillaume tuvo su primer contacto con el mundo de la danza. A los 4 años le pidió a su madre que se inscribiera también y ella aceptó, bendiciendo así el inicio de su andadura en la danza. Guillaume describe el baile como una forma de expresión desde muy joven. “El baile era para mí un medio de expresión. Recuerdo ser un niño tímido pero enérgico; Me encantaba mover mi cuerpo. Fue principalmente instintivo para mí”.
A la edad de 8 años, el profesor de Guillaume ya reconoció su potencial y aconsejó a sus padres que lo matricularan en estudios de danza clásica en el conservatorio del distrito 18 de París. La decisión no fue fácil para sus padres, especialmente para el padre de Guillaume, que era de origen senegalés y al principio se mostró escéptico ante la decisión de su hijo de abrazar la disciplina de la danza. En Senegal, el baile se asociaba principalmente con las mujeres de la familia de Guillaume, y su padre tenía una visión diferente de lo que era apropiado para un niño, y mucho menos para un mestizo.
Sin embargo, su madre defendió con vehemencia su pasión por el baile, creyendo que era la vocación de Guillaume. Aunque no fue una transición fácil, su madre apoyó su viaje como bailarina. “Ella creía que era mi vocación y que debía seguir este camino. Pero admito que no fue fácil; este mundo les era totalmente ajeno y no entendían sus códigos”.
Antes de ingresar a la escuela de danza, Guillaume Diop enfrentó comentarios sobre el color de su piel. “Me dijeron que no me aceptarían en la Ópera precisamente porque era negro”, recordó, mencionando también otras críticas relacionadas con sus “pies planos” y sus “glúteos grandes”, provenientes tanto de otros niños como de profesores. Sin embargo, estas críticas no lo desanimaron; al contrario, sirvieron de fuerza motriz. "Me decía a mí mismo: 'Voy a demostrarte que puedo hacer esto'".
Incluso cuando era adolescente, todavía enfrentaba dudas sobre su lugar en la danza clásica debido al color de su piel. Se preguntaba si podría interpretar papeles protagónicos, como el de príncipe, como un hombre negro. Su búsqueda de respuestas le llevó al otro lado del Atlántico para participar en un taller en Nueva York con la compañía Alvin Ailey, formada principalmente por bailarines afroamericanos. Esta experiencia fue transformadora para Guillaume. “En cierto momento me di cuenta de que necesitaba estar rodeado de gente que compartiera mi experiencia y eso me hizo mucho bien”, compartió. Esta experiencia fortaleció su determinación y aclaró su sueño: quería ser bailarín clásico y formar parte de la ópera. Se negó a autocensurarse por su origen racial, entendiendo que era parte de su identidad y lo hacía único.
A pesar de su desafiante viaje, Guillaume Diop no recibió el apoyo inmediato de sus antepasados.
en Senegal. Su familia rara vez hablaba de su carrera más allá de sus estudios clásicos. Sin embargo, recientemente, cuando su abuela se enteró de su nominación a estrella, su reacción fue de emoción. “¡Estás en la televisión, es una locura!”, exclamó al ver a su nieto en la pantalla. Guillaume se sintió orgulloso de la voz de su abuela y reconoció que ella empezaba a comprender la magnitud de sus logros, algo que la conmovió profundamente.
Antes de ser nombrado estrella, Guillaume Diop enfrentó una serie de desafíos en la Ópera Nacional de París. Al principio, oficialmente era sólo un suplente de papeles principales. Sin embargo, por una serie de coincidencias y su excepcional talento, comenzó a interpretar estos papeles en producciones como “Romeo y Julieta”, “Don Quijote”, “La Bayadère” y “El lago de los cisnes”. Su nombramiento como estrella trajo más responsabilidad, presión y la expectativa de ser un ejemplo para los demás. Sin embargo, también trajo una sensación de comodidad. "Cuando eres un suplente, tienes poco tiempo para prepararte y adaptarte a los principales movimientos de la producción", explicó Guillaume.
El siguiente papel de Guillaume Diop es el de solista azul en “La canción del compañero errante”, pieza coreografiada por Maurice Béjart. En este ballet interpreta a un adolescente soñador que busca orientación y encuentra otro solista, el personaje rojo, que desempeñará este papel. Esta obra es una metáfora de la transición de la infancia a la edad adulta y representa una oportunidad ideal para que Guillaume brille como estrella de la ópera.
En un momento en el que la diversidad y la representación se valoran cada vez más en el mundo de la danza, la historia de Guillaume Diop inspira y destaca la importancia de la inclusión y la perseverancia. Su nombramiento como primera bailarina estrella negra en la Ópera Nacional de París no es sólo un hito personal, sino un paso significativo hacia un futuro más diverso e inclusivo en las artes escénicas. Guillaume Diop demuestra que el talento y la pasión pueden superar todas las barreras, independientemente del color de piel.
En definitiva, el viaje de Guillaume Diop es una historia de determinación, superación y éxito en la danza clásica. Su nombramiento como estrella es un testimonio de su talento excepcional y un hito histórico en la Ópera Nacional de París. La diversidad y la inclusión son cuestiones fundamentales en el mundo de la danza y Guillaume Diop desempeña un papel importante en la promoción de estos valores. Su historia inspira a jóvenes talentos a perseguir sus sueños, sin importar las barreras que puedan enfrentar. Con su próximo papel como solista azul, continúa brillando como una estrella en ascenso en el mundo de la danza clásica.