En Níger, un fin de semana de manifestaciones contra Francia antes de que finalice el ultimátum dado a su embajador.

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Mientras el reloj avanzaba hacia el final del ultimátum impuesto por los militares en el poder al embajador francés para que abandonara Níger, se desarrolló un acontecimiento impactante en tierras africanas. Era el 27 de agosto, día en el que se celebraría una ferviente manifestación en las inmediaciones de la base militar francesa en Niamey, África, un acontecimiento seguido de cerca por periodistas y analistas geopolíticos. En este tenso escenario, miles de personas que se alinean con el reciente golpe de Estado dieron voz a sus opiniones.

El buen humor de la multitud fue una respuesta directa al llamado de las organizaciones que respaldan a los militares que, en un golpe de Estado, tomaron el control del gobierno el 26 de julio. Este movimiento de poder culminó con un ultimátum al embajador francés, Sylvain Itté, exigiendo su salida en un estricto plazo de 48 horas, cuyo final estaba previsto para la tarde del viernes 25 de agosto.

Desde el amanecer, un punto de encuentro estratégico cerca del aeropuerto de Niamey ha sido testigo de la convergencia de ciudadanos decididos. La zona en cuestión, una rotonda adyacente a una base aérea nigeriana, sirve de lugar estratégico para el campamento militar francés. Las fuerzas armadas nigerianas siguieron de cerca la situación, mientras la multitud, de expresión vibrante, portaba no sólo los colores nacionales de Níger, sino también los de Rusia, además de exhibir carteles que pedían la retirada de las tropas francesas.

Abou Kountché, ciudadano de Niamey, expresó el sentimiento colectivo al declarar: “No queremos la presencia del ejército francés en suelo nigerino. Es hora de que los franceses abandonen nuestro país”. La revuelta tuvo sus raíces en la comprensión de que, si bien Francia a menudo ha calificado a Níger como una nación de recursos modestos, la negativa a retirarse parece contradictoria con la situación económica.

El impulso de la manifestación siguió creciendo, haciéndose eco del apoyo de unas 20.000 personas que, el día anterior, se habían reunido en un estadio de la capital para reafirmar su apoyo al régimen militar y expresar su descontento hacia Francia. En una demostración de fuerza e indignación, partidarios de los militares se manifestaron frente a la embajada de Francia en Niamey, causando daños materiales.

En medio de este complejo escenario, el Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria (CNSP), bajo el liderazgo del general Abdourahamane Tiani, emergió como un protagonista influyente. El CNSP se centró firmemente en la antigua potencia colonial, Francia, vista como el objetivo principal de las acciones emprendidas. La decisión de expulsar al embajador francés reflejó un mes de disturbios, que incluyeron manifestaciones masivas, importantes decisiones y pronunciamientos hostiles dirigidos a la política francesa. Todo ello a raíz del golpe de Estado que derrocó del poder a Mohamed Bazoum, estando él y parte de su familia aún detenidos.

En respuesta, París sostuvo que “los golpistas carecen de la autoridad necesaria para hacer tal exigencia, ya que la aprobación del embajador proviene sólo de las autoridades legítimas elegidas en Níger”, representadas por el presidente Mohamed Bazoum. Es un escenario donde voces divergentes expresan sus demandas, revelando una compleja red de intereses y poder.

En medio de esta tensión diplomática, los ojos se vuelven hacia Emmanuel Macron, el líder francés, que está a punto de compartir las prioridades de política exterior de Francia para la región africana. La audiencia con los embajadores prevista para el 28 de agosto en París promete ser un momento de gran relevancia, ya que definirá el camino que seguirá la política exterior francesa en esta parte crucial del mundo.

Así, la narrativa se desarrolla en África, donde las voces ciudadanas se mezclan con estrategias políticas, creando un complejo mosaico de sentimientos, aspiraciones e intereses, todos convergiendo en la encrucijada entre el poder militar, las relaciones diplomáticas y el deseo de autonomía. En este tablero geopolítico, la región africana sigue siendo un punto focal, un espacio donde las aspiraciones nacionales e internacionales se entrelazan en una danza delicada y a menudo polémica.

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